miércoles, 5 de mayo de 2010

China touts Tibet, Xinjiang harmony at Shangai EXPO

<The two regions - rocked in recent years by deadly unrest - are presented in the giant China pavilion at the just-opened Expo as culturally rich and forward-looking areas steeped in tradition, where ethnic harmony reigns.
"Have you seen the movie? It shows the tremendous changes that have happened in Tibet over the last 51 years, since the democratic reforms," says Yang La, a Tibetan hostess dressed in colorful ethnic garb.
The first five minutes of the exhibit's promotional film offer a barrage of strikingly beautiful images - sweeping Tibetan landscapes, the red and white Potala palace in Lhasa, smiling dancers, beaming tourists.
The film also shows the world's highest railway linking Tibet to the outside world, laboratories, solar-panelled roofs and spanking-new airports - all part of Beijing's oft-cited development plan for the region it "liberated" in 1959.
But Tibet's Buddhist monks - who complain of cultural and religious repression - are nowhere to be seen. Nor is the Dalai Lama, their spiritual leader and Nobel Peace Prize winner who lives in exile in India.
Only three monks are seen in the film - sitting in front of a computer.
The display barely makes any reference to religion, with only one photo of a statue of Siddhartha Gautama, the founder of Buddhism, Tibet's principal religion.
In a model of a "typical" Tibetan living room, two pictures adorn the walls: one is a collage of photos of Communist leaders Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin and the Gate of Heavenly Peace in Beijing's Tiananmen Square.
"These are the pictures of the three generations of our leadership," explains Yang.
The second photo frame is reserved for a smiling Chinese President Hu Jintao, standing with Tibetans before the Potala Palace - once the seat of Tibet's Buddhist theocracy headed by the Dalai Lama.
Draped around the two frames are hadas, traditional white scarves "to thank China for its concern for the Tibetan people of all ethnic groups," Yang explains.
And a reproduction of a painting depicting the "joyous festival of Losar" - the Tibetan New Year - shows "how the peoples of Tibet, of various nationalities, are living a happy life," according to the caption.
When asked why there are no photos of monks or monasteries, Yang smiles and steps back. She is then called away by her boss to greet other foreign guests.
The advocacy group Free Tibet has called for a boycott of the Tibet exhibit, calling it a "crude attempt by the Chinese administration to gloss over the reality of human rights violations and marginalisation" felt by Tibetans.
"To visit this parody is to tacitly endorse China's policies in Tibet of arbitrary detention, torture, disappearances, patriotic re-education and the occupation of Tibet," the London-based group said.
The group says more than 1,000 Tibetans arrested after the anti-Chinese riots in 2008, which began as protests to mark a failed 1959 uprising against Chinese rule of the region and descended into violence, are still missing.
Not far from the display on "Heavenly Tibet" - described by the Dalai Lama in March as "hell on earth" - is a sign that proclaims: "Xinjiang, a Harmonious Land."
Last year, the far-western region was the scene of deadly ethnic unrest pitting mainly Muslim Uighurs against members of China's dominant Han majority. Nearly 200 people were killed.
Expo visitors queue up to learn about Xinjiang - but they do not learn about recent history. Giant plastic grapevines cascade from the ceiling, dancers in colorful costumes perform, and a film vaunts ethnic harmony. "There are many different ethnic groups in Xinjiang," the film's captions say, adding that agriculture in Xinjiang - it is indeed a major producer of grapes - is highly mechanized.
Following the dance performance, visitor Liu Ji Yuan - a Han Chinese from the regional capital Urumqi, where the violence erupted in July last year - applauds enthusiastically.
Liu says the exhibit is "a marvelous place that shows the landscapes of Xinjiang and the character of the people."
When asked about the July 2009 unrest, he responds: "What do you know about what happened in Xinjiang last year, huh?"
A security guard quickly puts his arm around the man's shoulders, whispers in his ear and escorts him from the building, putting an end to the interview with a curt "Get out" to all. >>

Pascale Trouillaud is an Agence France-Presse writer.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Anoche cuando dormia

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Antonio Machado.

sábado, 30 de enero de 2010

Rutinas

No es el rocío en el Itchimbia, ni la garua arrulladora de la selva amazónica, sino la sonora lluvia que golpea los tejados y las cabezas de los Yilanenses (ciudad de Yilan: ubicada en la costa Este de Taiwán a una hora en auto de la capital, Taipei) que viene con el viento de occidente, con el invierno…

Este soplo trae consigo un sinfín de coloridos paraguas, abrigos, guantes, también el vapor del té caliente y las aguas termales, y una nueva habilidad: manejar la bicicleta (mi actual medio de transporte) con maleta y sombrilla a cuestas, característica poco desarrollada en todos mis años de vida; mas nunca es tarde para aprender a sortear con una sola mano al volante, el tren, los peatones, los autos, los baches, los semáforos, las motos, los abuelitos y demás, camino al establecimiento educativo; en ese trayecto de aproximadamente 9 minutos, incluyendo la parada en la que compro mi desayuno, reconozco a diario otras rutinas que hacen fascinante mi recorrido.

Aquel muchacho y su uniforme azul marino, lentes, sombrilla celeste, y su voz que me dice en español:”hola!”, de camino a su escuela; el hombre de 50 años, con panza, sin pelo y una sonrisa sin un par de dientes, que vende cerca de las rieles del tren, pan con forma de huevo y con sabor a frejol dulce; la jovencita, de piernas largas y ojos negros, que vende pinlan (estimulante a base de hierbas medicinales, se mastica y a largo plazo causa cáncer bucal, y acorto plazo el enrojecimiento de ésta) cerca del semáforo; el hombre de avanzada edad, delgado de tez morena, curtida por los años, manos temblorosas, pero una fe y persistencia infinita, con las que enciende cada mañana el puñado de incienso, que dicen que eleva a los cielos las tantas oraciones que sin cesar repite mientras me alejo; el padre de ojos hinchados, rostro serio que a ratos frunce el entrecejo, en espera, de su mano danza una niña de cabello negro, lacio, trae una maleta rosa y unas botas chiquitas, se ríe, quien sabe y de mi; ya cerca del establecimiento educativo se encuentran en su restaurante las señoras de dulces voces, quienes me venden mi desayuno, una de ellas prepara rápida y deliciosamente mi sanduche de atún con pepinillo y sin huevo, mientras su compañera me da un vaso de té negro caliente, para contrarrestar el frio de la mañana; todas esas rutinas forman parte de la mía también, el gozo de compartir con la gente lo que para ellos y ellas es normal y que yo desde mi bicicleta admiro con ojos occidentales, ecuatorianisados, y me fascino, descubriendo una pasión por la observación, y desarrollando aun más aquella por la conversación, convirtiéndome en parte de la rutina de todos ellos al saludar, creando un vinculo con una sonrisa, internacionalizando el “achachay”.

Pero cambio mi domicilio, ahora vivo con una familia de cinco miembros, tres hermanos mayores, un padre golfista y amante de los perros, y una madre que no ha tenido la experiencia de una hija con un gusto excepcional por los crucigramas, en Yuanshang, lejos, una casa preciosa en medio de los campos de arroz, a 18 minutos de mi escuela en bicicleta, cada mañana veo al amanecer despertar conmigo, no tan lejano se oye un gallo cantar, aun no lo hacen shapu-shapu (caldo taiwanés en el que se cocinan una gran variedad de vegetales y carnes de todas clases, con tofu, y bolas de pescado, etc.), la mujer que coloca sobre su cabeza desde temprano el gran sombrero de paja, y se dispone a trabajar sus tierras, el hombre cuarentón que pasea su perro salchicha, las decenas de hombres en motocicleta que se reúnen en una oficina de empleos, las mujeres y hombres de avanzada edad que se reúnen en la escuela primaria a practicar Taichi, las aves que se reúnen alrededor del templo Budista a cantarle al amanecer o a cantar con los mojes, y aquel letrero que dice: “Unión”, aun no se que venden allí, pero me convence la idea de que es lo que hago aquí, de una u otra forma, unión entre naciones diferentes, lejanas, consideradas desconocidas la una con la otra, pero que en mi invaden con un mismo sentimiento tan extraño de hogar, de cobijo, de unión.