martes, 29 de septiembre de 2009
El primer frío de Yilan
lunes, 28 de septiembre de 2009
miércoles, 23 de septiembre de 2009
JUEVES: de primera familia
Acabo de conocer la que será mi nueva primera familia en Taiwán, y como todo aquí es una experiencia de otro mundo, literalmente, así que llego como una intrusa a la casa de esta familia y ellos muy amablemente me invitan a dejar mis zapatos fuera de casa y a usar sandalias dentro de ella; me indican con una sonrisa y un gesto amable que debo seguir las escaleras hasta mi habitación, la cual se encuentra obviamente alejada de las otras y con un calor mas particular que el del ambiente, con tres luces, de las cuales solo una funciona, una está apagada y otra esta a medias. Solo hay un baño en toda la casa y lo compartiremos cinco personas.
Cuando me encuentro sola en la habitación lo único que deseo es vaciar aquellas maletas que cargue desde Ecuador con tantos recuerdos, experiencia, con grandes anhelos y miedos; me piden que deje aquella labor , importante para mi, hasta más tarde, pues me veo acalorada y sería mejor que descanse, pues tenemos una cita importante para conocer el colegio, el cual convenientemente se encuentra cruzando la calle vecina; National Lang Yang Girls Senior High School nos abre las puertas a comprometidas señoritas que buscamos ampliar nuestros estudios y horizontes en todo sentido; nos recibe en la oficina principal de aquella institución que alberga amas de 1000 estudiantes, un hombre alto bien vestido, joven y con lentes muy gruesos; y comienza la conversación de la cual alcanzo a comprender un par de palabras que retumban en mi mente atrayendo muchas ideas sobre el contexto de la conversación, me señalan la puerta y me piden ir a ver mi uniforme, el cual por cierto está hecho a prueba de curvas, de un color azul marino y celeste me espera un uniforme taiwanés, del que probablemente no hay talla para mi, pues me preguntan cuánto mide tu cintura y respondo insegura que mide unos 70 cm, y el encargado se ve el cinturón y casi gritando dice: ah! Xue shing hua ying chiang yu ma! E intentando descifrar sus gritos me parece comprender el problema en las miradas de los presentes, mi cintura es muy ancha, es probable que no haya uniforme que me quede o en el que yo quede, así que solo rio durante un rato y luego callo, pues para los presentes no es ninguna gracia que mi cintura sea ancha, pues ahora tendremos que comprar un uniforme para este cuerpito latino, cosa que no sería necesaria si yo quedara bien en aquellos uniformes reciclados. E n medio del embrollo se acerca un hombre de contextura gruesa y bajito, y con un buen ingles me dice que él es el rector del establecimiento, y que espera algún día recibirme en su oficina; lo observo con absoluta seriedad y respondo cordialmente que sería un placer pasar por su oficina cuando algo llama mi atención…pelo, si, pelo, pelo que crece frondosa y libremente desde el interior de su oreja hacia el mundo exterior desafiando a las tijeras.
Más tarde estamos listos para el almuerzo en casa del abuelo, que habla taiwanes, el idioma antiguo de los pobladores originales de la Formosa; una mesa de nuevos platillos me espera: bambú! Delicioso y nutritivo.
Finalmente la caminata bajativa después un banquete, a Paoma una reserva histórica que cuenta la travesía de los madereros antiguos hasta Taipéi, hermoso! Nos toma una hora el camino hasta la cumbre, de este camino que cruza una colina, y después de refrescarnos emprendemos el camino colina abajo, una hora más tarde estamos en un fuente donde podemos refrescarnos, y yo lo hago en abundancia, dejo caer mucha agua sobre mi rostro y cuello, el calor es agobiante, y mientras nos tomamos unos momentos para refrescar nuestros acalorados y sedientos cuerpos, un par de hombres se acercan a la fuente y nos dicen algunas palabras que no comprendo, digo nos pues me encuentro en compañía de tres varones: aquel que será mi padre anfitrión, aquel que será mi hermano anfitrión y aquel que es amigo de mi padre anfitrión, aquellos hombres entablan una conversación con los tres varones con quienes viajo y todos sonríen y con mi cara de incógnita observo a todos me dicen que aquellos viejos hombres creen que soy hermosa, y continua la conversación en de la que soy oyente, y pienso: me estarán cambiando por agua…?
martes, 22 de septiembre de 2009
Cuarto día en la Formosa
Ayer por la mañana, aquel buen hombre a quien llamo consejero, y quien me ha hospedado en su hogar, me llevo a nadar a una piscina pública construida algunos años atrás bajo el gobierno distrital de alguno de sus muchos amigos; yo me siento emocionada de poder ejercitar mi cuerpo aunque sea por una media hora, también me parece grandiosa la idea de ahogar este calor que me sofoca hasta el alma, así que muy complacida acepto la invitación. Llegamos a la piscina en menos de diez minutos pues está en el mismo sector, Lo-tung, me muestra el vestidor de mujeres y el baño y con una sonrisa me dice que me tome mi tiempo que el esperara afuera; entro al vestidor y tenemos todo a disposición: duchas, jaboneras, lockers, sillas, secadoras de cabello, papel higiénico; me cambio y salgo lista para nadar, tomo una ducha previa, ubicamos una banca para dejar nuestras maletas y entramos en la piscina, para mi sorpresa occidental esta piscina mide aproximadamente el doble de aquellas en las que yo había nadado anteriormente, así que tomo aire y pienso: reto a la vista, con una seguridad de poder nadar sin ninguna complicación, por mis dotes de deportista; pero me deje engañar por mi ilusoria mente, pues ni bien había dado tres brazadas ya jadeaba, me faltaba el aire, mis piernas se acalambraban y mis ojos buscaban desesperadamente una salida, pero no quería dejarme vencer tan fácilmente así que contra todo pronóstico me lance al agua nuevamente y seguí nadando hasta donde bien pude, que no fue mucho, pero poco a poco fue cogiendo mi ritmo, aunque aún no he logrado nadar toda la piscina de una sola, esas brazadas fueron de vital importancia para el dolor de espalda que me cargaba por haber dormido en estas camas de una dureza extrema, pues tienen los colchones un recubrimiento de bambú, que según dicen es bueno para la espalda, pero no para la mía.
Al volver a casa tomamos el desayuno con una vista exquisita, que podría ser mejor si aquellas fumarolas de las industrias no nos nublaran de vez en cuando la vista; aun así disfrute mi americano desayuno, por el cual debo agradecer a Tia, quien lo preparo.
El día transcurrió tranquilo, acompañando a Tia a hacer algunas diligencias y compras, compras donde adquirió algunas cosas para que mi paladar saboreara a modo de crítico culinario. Al momento del almuerzo me sirvieron mi arroz sin sal, y algunos platos en la mesa: nabos chinos en salsa china, puerco con salsa agridulce en nido de lechuga, cebolla y zanahorias en salsa china, y mango picado. Más tarde Tia me dejo saborear un helado de frejol rojo, muy nutritivo según decía en el empaque.
Al llegar las cuatro y sereno, Tia me llevo a comprar mi celular, indispensable para comunicarme con Ecuador, y me hice a la idea de que iríamos quizá a Yilan o incluso Taipéi! Pero solo caminamos tres cuadradas hasta una tienda de una vieja amiga de mi consejero quien me dio el 10% de descuento en mi nuevo teléfono celular made in Germany; salimos a paso apresurado de la tienda de teléfonos celulares y nos dirigimos hasta la oficina de mi consejero, donde el nos espera listo para las ultimas brazadas del día, de las cuales me rehusé a participar por temor a no volver del mar, asi pues subimos todos en el auto: Tia, Mao-Chang, yo y Toto (la golden de mi consejero Mao), nos encaminamos y en menos de diez minutos estábamos en la playa donde un gran y rojo letrero advertía el peligro de nadar en aquellas aguas. Caminamos lejos de aquel letrero y nos ubicamos en la arena, Tia, Toto y yo, a la espera de Mao; al poco rato se nos acerco un hombre de cabello semicano, lentes, gran sonrisa, y hablando ingles, lo que me sorprendió pues era un buen nivel de ingles, sin acento, y me pregunto si acaso yo venía de la India, lo que me arranco una gran sonrisa, sonrisa con la cual le aclare que yo venía de Ecuador, y así cayo la tarde en una amena conversación, y pude ver la luna en su cuarto creciente que aquí no forma una cuna, pero sigue siendo bella.