miércoles, 4 de noviembre de 2009

Otoño...!

Otoño, Yilan se deshoja; a las estudiantes de Lang Yang nos asignan la tarea de recoger las hojas que caen de los 18 árboles que rodean las veredas del colegio, mientras en los patios se escucha el estruendo de los sopla hojas que callan y asustan a las aves en las copas de los más de 20 árboles dispersos por el campus, que daban sombra en el caluroso verano, y que ahora se reducen a betas de colores en gamas ocres, rojizas, amarillas.

Hoy usamos pantalones, atrás quedo la falda negra tablonada hasta la rodilla, hoy usamos camisas de manga larga, guardando en el cajón a la camisa de manga corta con aquella figura cuadrada a prueba de curvas.

Pero hoy me sigue dando pereza levantarme en las mañanas, sigo tomando en el desayuno una taza color café con leche, que me miente, pero no me gusta, sigo perdiéndome en la ciudad y encontrando al fin el camino, hoy sigo sentada en el aula 211 con 46 compañeras y cero español.

Pero hoy también ha sido un bello día, el sol ha brillado como solo brilla en Quito; camino a la biblioteca me paro a contemplar su esplendor por el simple hecho de recordar mi hogar, y me ataca la nostalgia, afortunadamente una de mis compañeras me saca de mi sopor nostálgico con un manotazo de confianza, vaya confianza, vaya manotazo! 林亞拉!!! (linyala, mi nombre chino) y con señas me confirma la dirección en la que debo ir, mientras me frunce el seño y según entiendo, mi parada de profunda contemplación interna ha afectado seriamente el “trafico” cientos de niñas se mueven a mi alrededor como hormigas, por un momento me ahoga un sentimiento de claustrofobia; llegadas a la biblioteca vamos a la sala de audiovisuales y me quedo dormida.

Me despierta la campana, la clase terminó y todas en fila india se dirigen al patio principal del colegio; ¿a qué se debe? Pregunto con cara de indignación, ¿quién me arrebato mi dulce sueño? La respuesta, como no podía ser de otra manera, es demasiado inesperada: “vamos a bailar!”, Bailar? Cómo bailar? Los taiwaneses no bailan? O es que si bailan?

Nos ubicamos las mas de mil estudiantes de Lang Yang en el patio principal y nos formamos en filas de cuatro, me agarran de las manos y la música empieza, suena como de los 50’s o antes, y comenzamos a danzar, cruza este pie, arriba, abajo, al centro, hey!!! La música cambia, es otra canción suena como cantos de mojes ce aquellos en las iglesias, y de pronto estalla una canción como de rock and roll, cambamos de danza, nos unimos en círculos, sigo aturdida y bailando, pregunto a todas el por qué? Todas están concentradas, y en medio de saltos mi zapato sale volando por entre los cientos de piernas que desfilan ante mi: bailando, corro a buscar mi zapato ya mis espaldas otras cientos de bocas ríen a costa de mi perdida; aunque finalmente encontró mi zapato la danza ha terminado, y aliviadas del esfuerzo y el escándalo, mis compañeras responden al fin a mi pregunta: hoy bailamos porque fue un día soleado, despejado, y hemos tenido un bello atardecer, porque estamos felices!

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