Ya familiarizada con las mascarillas, el cálido aroma a alcohol, y las evacuaciones para prevenir y combatir la AH1N1; me encontré en el National Yang-Ming University Hospital en una fila que parecía interminable a la espera de un turno para ver al Doctor 張 先生 (Zhang Xian Sheng), en cuyas manos estaba descartar que yo hubiera sido infectada con tal virus; pues ayer en Lang Yang nos dieron mascarillas a todas las señoritas, para prevenir la expansión del virus, de aquel que obligo a cerrar dos aulas lo que nos da un total de cien señoritas en cuarentena por la pandemia, yo pensaba:”ya se había tardado en llegar aquí…”, el día transcurrió con en medio del estudio de diez nuevos caracteres chinos por aprender, lo que mantuvo mi mente ocupada hasta las cinco de la tarde cuando comencé a sentir un punzante dolor en mi amígdala izquierda, mal momento.
Al llegar a casa bebí cuánta agua pude, intentando aplacar el dolor y creyendo que podía mejorar, no quería aceptar la verdad de una amigdalitis. La señora Lin al enterarse de mi dolor, me recomendó tomar mucha más agua y esperar a la mañana siguiente esperando un buen resultado, y no me dejo ir a la cama sin antes ofrecerme una taza en la que vertió de una botella negra un liquido amarillento con un aroma muy fuerte, una mezcla entre jengibre y ajo, que me hizo dudar al ver que en la etiqueta decía: “vegetales fermentados y jugo de uva”, la lleno y me la puso en mis manos, con la advertencia de que su sabor es amargo, además debes beberlo en pequeños sorbos, lo que hace más penoso el injerir el brebaje; mi primer sorbo rasga mi garganta es un sabor muy fuerte o yo estoy muy mal, me estremece entera aquel amargor e involuntariamente se me escapa un guiño, con el que desato la risa de Jia-Jen, mi hermana taiwanesa, los siguientes sorbos producen el mismo efecto en mi.
06h50am me tocan la puerta, y de un grito me levantan, con la voz de mando que dice que es hora de ir a estudiar, trago saliva, siento aun el sabor amargo de aquel brebaje, y percibo que no estoy tan mal, pero: “mas vale prevenir que lamentar”, desisto de la idea de ir a estudiar y pido que me lleven a ver un Doctor.
El hospital nos da la bienvenida con filas y filas de personas que usan mascarillas, el olor a medicinas obviamente esta en el ambiente, y al entrar me marea; el señor Lin me señala una de las ventanillas me paro en la fila y él desaparece, luego mi nombre se oye y a lo lejos veo al señor Lin en otra fila me llama y me dice esta es la correcta; comienzo la fila de nuevo…cuando al fin después de 20 min de espera en la fila correcta me asignan un turno, el señor Lin me guía hasta el consultorio ubicado en el primer piso del hospital, espero en una banca junto a otras diez personas, la enfermera abre la puerta y busca a alguien con la mirada, cierra la puerta, segundos después la abre nuevamente y mira con más cuidado a cada uno de los pacientes en espera, el señor Lin se percata de que la enfermera no sabe como leer mi nombre, y estaba buscando diferenciarme por mi apariencia, y yo se lo complique al usar una mascarilla y agachar la cabeza en señal de dolor y aburrimiento, entro al cubículo y al doctor no le toma más de seis minutos examinarme y prescribirme unas pastillas, hasta luego.
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